LRI. Edgar Busson
Muestra la experiencia al sector empresarial, especialmente las últimas dos décadas, los retos que se enfrentan ante los cambios drásticos en las políticas públicas orientadas al desarrollo económico del país.
El acompañamiento a las prioridades de la nación, ha sido posible con la ardua labor del empresariado en los tres sectores, dando un rostro distinto, más profesional y sumamente activo en el quehacer comercial, de servicios, manufactura y explotación de recursos; y como resultado, un continuo de mejora en la cobertura del empleo, un mayor impacto en el crecimiento económico que aporta a lPIB y que cuenta con mejores indicadores en la cuenta de exportación de productos nacionales, así como en la cuenta de inversión extranjera, cuyo impacto ha propiciado una zona económica especial en el país, fortaleciendo la ubicación de sectores estratégicos por Estado y por vocación productiva regional.
La transformación de los fondos nacionales de apoyo a la empresa, desde la gerenciación gubernamental en el 2000, atravesando por el fortalecimiento del fondo PyME en 2006 y consolidándose en el Fondo Nacional del Emprendedor desde 2013; abandonando el corrompido sistema de fondo perdido para convertirse en financiamientos y posteriormente en subsidios con Reglas de Operación en continua mejora, evitando la opacidad y transparentando la aplicación de los recursos federales incluso con la concurrencia de recursos estatales, municipales o de otra organización legalmente constituida.
En esta transformación nacional de una exitosa política pública de desarrollo económico, generación de empleo, tributación y crecimiento PyME, han estado siempre presentes los organismos cupulares como el Consejo Coordinador Empresarial y las Cámaras, Colegios y Asociaciones que lo integran; COPARMEX, CONCAMIN y la CNEC, ejerciendo un liderazgo representativo responsable y comprometido con los empresarios agremiados.
El paso del tiempo, la maduración de los organismos empresariales y la expectativa de negocios locales e internacionales replantea nuevos retos, la conformación de cúpulas empresariales con mayor organización, no mayor plantilla laboral –aunque puede ser-; con servicios de cámara orientados a la gestión, asesoría y encuentro de negocios a nivel regional y nacional; capacitación de alto impacto en innovación, nuevas tecnologías, gestión y mercadeo en redes sociales, administración inteligente de negocios y actualización en tributación al SAT; así como en gestión de financiamientos emprendedores y de fortalecimiento PyME a través de INADEM, y por supuesto; legitima representatividad ante la estructura gubernamental de los distintos niveles de gobierno.
En ese sentido, también establecer la trascendencia del papel que tienen los organismos empresariales en los procesos electorales, utilizar su propio foro para presentar las inquietudes más sentidas sobre aspectos impositivos, expresar propuestas
de mejora a la tributación y a los servicios de salud y asistencia social, a los programas de desarrollo económico y sectoriales del interés gremial; esto es, transformar el formato de espectadores a protagonistas, de escuchadores a proponentes, de comparsa a dirección y concretar compromisos no de colores en campañas, sino de acciones concretas en el orden de gobierno en el ejercicio competente.
Es el tiempo de empoderar el papel que representa el empresariado nacional en la transformación social como eje fundamental en el ejercicio de la representatividad y el liderazgo en la sociedad.
La recomendación a las Cámaras Empresariales es establecer mecanismos de análisis y gestión de la información, elevar los estándares profesionales de sus comités directivos, establecer una planeación crítica de las estrategias de Cámara, reorganización de su estructura organizacional, estandarización de procesos internos de servicios eficientes; capacitación interna de rendimiento y competencia funcional; y diversificación en servicios oportunos e innovadores orientados al socio.