Por: Ing. Cuitláhuac Pérez Cerros
México ha padecido en los últimos años la ausencia de verdaderos líderes, con el paso del tiempo, crece la ausencia de liderazgos que motiven la capacidad de respuesta, en múltiples terrenos de la realidad mexicana actual. No basta con ostentar cargos políticos, empresariales, corporativos o pagarles a los medios de comunicación, para que alguien se convierta en líder. Ser líder, significa tener el olfato para detectar las necesidades de un pueblo, es tener la pasión y la capacidad de influir, motivar, organizar, comandar y conducir a grandes grupos, para realizar acciones con objetivos en común, para construir causas que beneficien a las mayorías y sobre todo, que ayude a mejorar el nivel de vida de las personas.
México ha perdido la posibilidad de tener liderazgos legítimos, debido a que se ha visto rebasado por el abuso y la voracidad, de una infinidad de personajes del ámbito político y empresarial, que han destruido la confianza de la sociedad, por esta razón, en México reina desde hace varios años, el hartazgo social. Debido al hartazgo derivado principalmente, de la percepción de una corrupción endémica, que ha prevalecido históricamente en nuestro país, la sociedad mexicana, optó por un cambio aparentemente lógico, debido a que la propuesta de erradicar la corrupción llamó la atención de propios y extraños y fue precisamente el hartazgo social, lo que definió las elecciones presidenciales del 2018. Lo que aparentemente se veía como algo lógico, ha resultado ser por demás decepcionante y las consecuencias, las estamos lamentando en estos momentos.
Hoy mas que nunca, vivimos en un país completamente dividido y desconectado de los problemas graves que atañen a nuestra sociedad; temas como la salud, la economía o la seguridad, no han sido prioridad del gobierno actual, se enfocan más en conseguir adeptos, para tratar de ganar las próximas elecciones, que en atender las demandas sociales, pero así ha sido siempre… vivimos inmersos en la impunidad, el desorden, la ausencia de liderazgo, la corrupción y las torpezas ya cotidianas del gobierno actual, las mentiras se convierten en el instrumento más atractivo para adquirir adeptos desinformados y enojados. Toda esta situación, ha servido de abono, para el ascenso del señalado populismo en el país. No hay una comprensión de que los problemas multidimensionales y complejos de la realidad, no pueden resolverse con ocurrencias.
Si bien es cierto que el hartazgo social, fue el principal factor que influyó en el resultado de las últimas elecciones presidenciales, es este mismo hartazgo, el que nos debe llevar a cambiar y mejorar las condiciones actuales en nuestro país. La sociedad está cansada de proyectos sin rumbo, de gobiernos con falta de visión y de estrategias a corto plazo que solo benefician a unos cuantos. Es por ello, que surge la urgencia de identificar y promover discursos que construyan puentes y que impulsen lógicas de despolarización; lo preocupante, es imaginar quien será el líder o los líderes, que crearán e implementarán estos discursos y lógicas, debido a que la carencia de liderazgo en el país, es indiscutible.
Habrá un antes y un después de la pandemia. Son muchas las incógnitas que aún rondan en nuestras mentes, pero todo apunta, a que se instaurarán nuevas prioridades en la escala de valores, que rijan en nuestra sociedad después de la pandemia. Pero es importante plantearse, si la sociedad será más solidaria después de la pandemia y si esta sacudida supondrá una lección de humildad y una motivación para el cambio de hábitos de una sociedad, que se creía indestructible. El impacto generado por la pandemia, ha forzado a muchas personas a hacer las cosas de una manera radicalmente diferente y a ver la vida desde otra perspectiva, pero conforme avanzan los días, nos damos cuenta que para algunos, la pandemia ha significado algo temporal y transitorio, debido a que las rutinas vuelven a su normalidad y poco a poco las personas van dejando en el olvido los cuidados básicos, para evitar que el contagio se agrave. Imposible no tomar en cuenta el aprendizaje generado por la sacudida que acabamos de sufrir, imposible pensar que seguiremos permitiendo los mismos abusos, que tanto daño le han hecho a nuestra sociedad, imposible seguir igual que antes de la llegada de la crisis que nos ha devastado, imposible pensar que nuestro país, seguirá siendo gobernado por personajes sin rumbo, sin ideas, sin propuestas, sin estrategias, sin experiencia, sin congruencia y en especial, sin liderazgo