Por: Lic. Rodrigo Temoc Villagrán Hernández
Debemos saber que el voto que emitiremos este 6 de junio, más que un derecho, es un deber de cualquier ciudadano que busca mejorar al país y la democracia, pues contamos con la facultad de participar en la toma de decisiones políticas públicas por medio del representante a quien se elige el día de la elección.
Cabe resaltar que votar es una gran responsabilidad que igualmente permite validar o demostrar que somos ciudadanos activos, y que además te encuentras en plena postura de exigir transparencia de las decisiones que toman los actores políticos al igual que los funcionarios públicos que al día de hoy son legisladores o gobernantes.
Históricamente, al ser una prerrogativa universal, ha sido el medio de construcción civilizadora que, luego de diversos análisis a lo largo del tiempo, se ha establecido como el único mecanismo de igualdad, incluyente y participativo para dotar a una sociedad de gobiernos y representantes legítimos.
No debemos olvidar que la Norma Suprema establece que el voto es libre y secreto, por lo que cada ciudadano puede apoyar al candidato de su preferencia, yendo siempre acompañado de la protección que nos brinda la ley a través de los derechos políticos electorales de los ciudadanos.
Es por ello que todo ciudadano debe salir a votar, pues es la única manera de mejorar las condiciones y formas en las que se va desarrollando un país, desde el ámbito social, político y económico, que debido a la contingencia sanitaria que hoy en día vivimos desestabilizó fuertemente a los países.
Dicho lo anterior, antes de ir a emitir un voto el día de la elección, el ciudadano más allá de escuchar propuestas sin bases o fundamentos, debe cuestionarse sobre aquellas necesidades y deseos que tiene su Estado. Votar por un candidato no significa pertenecer a un partido político, es reaccionar y observar cuál es más cercano a su persona, pero sobre todo cuál es el actor político idóneo para gobernar.
Pues la democracia es el poder de los grandes números porque miles de unidades forman una tendencia, que expresa una determinada concepción política, económica, ética, moral, o la suma de algunas o todas estas variables, tendencias que constituyen las venas por donde transita la relación entre público y lo privado de una sociedad que está regida por el principio de que los individuos y los grupos tienen derecho de tener sus propios planes, proyectos, creencias y estilos de vida mientras no transgredan las reglas de convivencia y de gobierno que establece el ordenamiento jurídico.
Si una tendencia es mayoritaria tiene derecho a gobernar, y si no lo es, tiene el derecho a hacer oposición dentro de los límites que fijan las normas constitucionales. Y es el gobierno de los elegidos lo que permite que las tendencias mayoritarias sigan gobernando porque el voto los avala, o sean cambiadas por otras que los ciudadanos aspiran a que lo hagan mejor.
De ahí la importancia de votar bien; pues el verdadero ejercicio de la democracia exige que la oposición sea leal al sistema, es decir, que pueda estar en desacuerdo con las políticas del gobierno, pero respete el sistema, que le permite, entre otras cosas, llegar al poder. Pero ocurre que desde la extrema izquierda y la extrema derecha hay sujetos que quieren usar las elecciones para, en su mandato, desmontar la democracia.
La democracia permite elegir a sus representantes, siendo una fortaleza que obliga a los ciudadanos, cada vez más, a estar informados y votar a conciencia, a saber más de sus candidatos, a analizar su trayectoria y sus propuestas, y una vez surtido este proceso de selección, utilizar su derecho político para mejorar la democracia.
Esa es nuestra obligación hoy.