Por: Óscar Fabián Gutiérrez Tenorio
uiero comenzar este artículo escribiendo y relacionándolo con aquel en el que muy lamentablemente había mencionado los intereses particulares de los recursos que estaban destinados para el ahorro de todos los mexicanos. En donde mientras me trasladaba en un transporte de esos que pides por medio del celular, el chofer se quejaba del entonces gobierno y muy ilusionado me contaba que las cosas pronto cambiarían, que él había trabajado en esas tiendas que pides a crédito mercancía y que las terminas de pagar hasta que tus hijos salen de la universidad, entonces fue que me exhortaba a votar por la hoy Cuarta Transformación, me decía que trabajó toda su vida y no le alcanzó para una buena pensión, y que la promesa del gobierno que entraría llevaba consigo una estrategia que los aseguraría por medio de una pensión permanente, que tenía planeado el entonces candidato administrar las pensiones, y que para eso tendría que arrebatarlas al régimen actual.
El 21 de abril del 2020 entró a la Cámara de Diputados una propuesta del movimiento Morena, que busca que los recursos que están administrados actualmente por las sociedades de inversión y las administradoras de fondos para el retiro, sean administrados por el hoy llamado Banco del Bienestar.
Quien entiende, estudia y maneja este tema, sabe que estos recursos están resguardados, y que quien los administra debe poseer en su capital contable una cantidad de recursos iguales o superiores a los administrados, pues está en riesgo el ahorro y la inversión de un tercero.
Durante su campaña, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador mencionó el interés particular que tenía por rescatar estos ahorros, donde están probablemente los de aquel chofer, y administrarlos ‘bien’, como hemos dicho mediante el Banco del Bienestar, ese que será construido por el ejército, y que se prevé que haya cerca de trece mil sucursales en todo el país, cuya función será regalar dinero, también administrar los recursos antes mencionados sin tener garantía para invertirlos y así poder hacer uso de ellos en obras faraónicas, como el tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía, las refinerías en Dos Bocas en Tabasco y ahora también el deporte favorito del presidente, el béisbol.
De aceptarse la propuesta, lo que se pone en riesgo es el dinero que ya está ahí y que miles de mexicanos, quizá millones, ni siquiera comprenden cómo se comporta mientras es administrado por las Sociedades de Inversión actuales, porque no lo vemos, no es palpable, está en posesión de terceros en inversiones públicas y privadas de acuerdo al fondo en el que se haya invertido. Existen seis actualmente y se invierten de acuerdo a la urgencia que tengan de ser retirados, según la edad de los ahorradores, los trabajadores del país. Quienes sí conocen de esto, saben que es un recurso que puede ser usado a discreción, disfrutar de las ganancias que genera, y ahora con esta nueva iniciativa, hasta perderlo.