Lic. Jonathan Trejo
Maestrante en “International Sports Law”
Jueves 17 de Agosto del 2017
Si no empezara este diario en esta fecha, con lo que viví hoy, no sé cuándo lo haría…
El sonido de un helicóptero en ese momento no me parece extraño, la gente alrededor lo mira con cierta sorpresa, yo ya lo había visto rondar la ciudad, aunque resulta inquietante verle suspendido, inmóvil, pareciendo más una atalaya que una ronda. Espero el semáforo peatonal y avanzo hasta el lugar donde siempre estaciono la bicicleta y, como todos los días, camino rumbo a mi lugar de trabajo, esa última cuadra de Passeig de Gracia que tanto me gusta.
Los mossos d ́squadra interrumpen mi paso y me piden que me aleje. Me retiro los audífonos y sólo entonces descubro que la ciudad que conozco está fuera de sitio, tiendas cerradas, un claro en el medio de la calle donde no camina un alma. Esto sí que es extraño, ¡le han quitado la vida a mi Paseo de Gracia!
La gente que pasa a mi lado va con la mirada perdida, semblantes extraviados que avanzan sin ver sus pasos, como autómatas, o como zombies en toda la extensión de la palabra… Apenas noto una primera gota de sudor frío que en pleno verano recorre mi frente. Mi consciencia se pone en modo de alerta mientras me acerco a uno de los Mossos y pregunto si puedo pasar a mi trabajo en Carrer de Casp, éste responde que no, que todo está cerrado y que debemos despejar las calles para resguardarnos. Sin entender muy bien que está pasando mi cuerpo aumenta su estado de alerta, el aire se enrarece, los perros crispan el pelaje de su lomo y endurecen sus colas, siento como mi propia piel también se eriza. La gota de sudor se multiplica en mi cuello, mis sentidos se aceleran. No recuerdo esta sensación de alarma acompañada de una necesidad por mantener la lucidez mental. Un turista francés se acerca y, en un inglés apresurado, me explica que alguien se subió a la Rambla con un vehículo, por canaletas, justo ahí donde el Barcelona celebra sus glorias, y atropelló a toda la gente que pudo, pero no se sabe si fue un accidente. Muy fuera del contexto, me pregunta cómo llegar a la playa de la Barceloneta y le señalo la dirección hacia el metro más cercano. Se aleja dándome las gracias.
Sin pensarlo tomé el camino por el que llegué, pienso en tomar el metro pero mi instinto me dice que si fuese un atentado, el metro sería un blanco mucho más vulnerable -como ya lo ha sido antes-, así que busco tomar una de las bicicletas públicas que siempre tomo, se encuentran bloqueadas, camino y noto que Paseo de Gracia, esa avenida que se ha convertido en mi avenida favorita del mundo que conozco, ahora se siente insegura, si alguien quiere arrollar gente, es un blanco casi tan perfecto como las Ramblas. La estación de metro está ahí, pero mi piel se eriza de pensarlo y decido caminar, mientras camino noto como cada motor que escucho me parece
un peligro, camino cerca de los árboles como si pudieran funcionar de escudo… Toca un alto para cruzar Carrer d ́Aragó y hay dos parejas hablando y sé que es algo referente al tema, una pareja llevaba un semblante bastante alterado, el otro sólo se encuentra en busca de información, igual que yo, -hablando en francés, no entendía todo pero logré meterme en la charla y en inglés pregunté “what have you seen?”, -siguiendo en inglés: “Una camioneta se metió a las Ramblas y arrolló a mucha gente, hay muchos muertos y heridos, no sé cuántos, luego bajaron y uno echo a correr, los otros dos tenían metralletas y dispararon, entraron a un restaurante turco y están atrincherados”. Mi piel se erizó y más gotas de sudor frío, en verano, hacían caudal en mi frente y nariz, esta pareja acababa de presenciar la escena más Dantesca que haya escuchado a viva voz, se veían pálidos, sudando frío también, aferrándose a la mano del otro como si les fuera la vida en ello, caminando -más corriendo que caminando- a no sé dónde. “Les escucho decir, que suerte tuvimos”, son catalanes, -”Menos mal que están, bien, no lo puedo creer”, -”Ya tío, esto es horrible, no sé qué coño sucede… Hasta pronto, suerte…”- Como si ese suerte fuera el “Dios te acompañe” que te da tu madre al salir de casa. -”Suerte”- respondí, sin saber que más decir y aceleré el paso.
De vuelta a mi caminata, veo como hay gente en bares a medio kilómetro del lugar, haciendo como que no sucede nada, sus semblantes son de turistas de veraneo, disfrutando de sus vacaciones en esta hermosa ciudad, es claro que no saben lo que está sucediendo. El contraste de esos semblantes y de la pareja catalana es perturbador, unos tienen en sus ojos, como si de tatuajes Yakuza se tratase, una perturbadora advertencia, mientras aquellos “afortunados”, siguen disfrutando de un jueves de agosto, de clima perfecto, de la vida en sí…
La vuelta a casa me pareció eterna, los tramos a cruzar por las calles, parecían kilómetros, los coches parecían Miuras en San Fermín buscando a quién embestir, pero es mi mente la que les busca pitones, es ese sudor frío el que nubla mi vista como si estuviera en la cancha de los domingos, con el bloqueador solar, el sol y el verde de la cancha sobrecargando mi visión, mierda, como desearía que fuera esa la incomodidad que estuviera sintiendo ahora. Conforme sigo avanzando, veo la Pedrera de Gaudí y su acera está mucho más vacía de lo normal, parte de mí se alegra, menos peligro y, además, significa que voy más cerca de llegar a casa… Escucho a un grupo de chicos diciendo, “Seguro fue un ataque del Yihad, es idéntico a lo de Londres, tío”. Lo mismo pensé al escuchar a aquellos franceses que iban a la playa… Ya estoy en Diagonal y noto como en el cruce con Paseo de Gracia, mi ruta diaria, un Mosso indica a los conductores a seguir por diagonal, Bloqueando la circulación a Plaza Cataluña (ahí inician las ramblas). Otros franceses hablan preocupados, noto que no saben nada y sé que esa sensación es horrible, les comento en inglés que fue un ataque terrorista en las Ramblas, no se sorprenden demasiado, parecía que ya se lo imaginaban y agradecen el gesto.
No sé si caminar o correr, pero en mi indecisión mis piernas no paran, actúan solas y caminan muy de prisa, el sudor en mi rostro es muy notorio, no siento calor, siento frío y no siento cansancio, siento ansiedad por llegar a casa, mientras camino sigo enviando notas de voz (inutilmente pues mi teléfono no tiene internet más que cuando hay wifi ) a mi novia, a mi madre, escribo a mi padre y a mi hermano, a mis grupos de amigos y noto que un mensaje estaba sin abrir en el grupo de mis queridos amigos Gallegos “Moro: Johny, avisa que estás bien tío”, -estoy bien tíos, no pude llegar a mi trabajo y vengo corriendo a casa, esto es horrible… No lo puedo creer…- Estoy ya en mi barrio, Gracia, que cumple 200 años y justo está de esta, hermoso cruce (cruce y no choque) cultural, nacionalidades de todo el mundo ves, escuchas idiomas distintos a cada paso, alegría y comunión, todos cantando y bailando… No es así, el silencio y la tensión son palpables, la ciudad está en plena convulsión, todos mirando sus teléfonos, buscando respuestas que se convertirán en más preguntas que quizá no encuentren respuesta, sólo son noticias que parecieran sacadas de una película de la segunda guerra mundial, o de ficción, pero no lo son, son líneas que se están escribiendo de la que podría ser el inicio de una tercera guerra mundial (o continuación de la misma, difícil definir inicios y finales de estos eventos). Estas calles que respiro todos los días de ida y vuelta al trabajo, hoy parecen grises aún con el sol intentando sacarles una sonrisa, están tan tristes como toda la ciudad, las manchas de sangre derramada en la Rambla le producen a la ciudad como una alergia, que se proyecta en una profunda tristeza a la ciudad… Ahora me parecen eternas estas preciosas calles, no sé qué decirles, cuando vengo en bicicleta les vengo cantando mil canciones, incluso regresando de una pesada jornada de trabajo, unas veces los Beatles, otras a Calvin Harris, qué se yo, lo que salga en el aleatorio es bueno porque es vida, es música. Hoy no, no puedo, mis audífonos cuelgan de mi camiseta que noto ahora empapada en sudor, helado, casi tan frío como el ambiente de este jueves de verano Barcelonés…
Doblo la esquina y ya leo “Carrer de Quevedo”, esta calle que me ha visto crecer como probablemente, ninguna otra. Hoy me ve preocupado y ayuda a acelerar mis pasos, ya son un par hasta el portal de mi edificio, noto que mis llaves ya están en mi mano hacía rato, entra la correcta al picaporte y da una, dos vueltas y abre, entro y siento el arropo de mis paredes, cierro la puerta, una, dos vueltas y está cerrada con llave – hoy no me molesta que esté cerrada con llave, de hecho me reconforta – abro el ascensor y presiono el 1, me veo en el espejo y el amarillo de mi camiseta hace juego con mi piel, estoy pálido como un enfermo, una gota fría está en la punta de mi nariz y cae, llego al primero, abro la puerta y como escena de requiem for a dream, llave, picaporte, portazo y casa… Veo mi sala y la voz de María pregunta “Johny eres tú?”, noto que se alegra de verme bien, – Si!, soy yo, no pude llegar a mi trabajo…- dije, – Joder vaya susto me has dado, te llamé mil veces y no cogiste nunca -, veo de nuevo mi teléfono, llamadas perdidas de Moro, de María, y comienza a vibrar como convulso mi teléfono, montón de mensajes… – Johny, pero qué pálido estás… Come algo – Rubén, su novio, sale de su habitación y me dice joder tío nos hemos asustado de verdad.
Transcurrió la tarde, y los mensajes no cesaron, me fui informando más de la situación, hablé con mi novia, con mi madre y las tranquilicé, al parecer aún no llegaba a sus oídos la noticia pero los audios que “envié” mientras volvía a casa, les hizo sentir un porcentaje del terror que viví…mos en Barcelona instantes atrás.
Son ya las tres de la mañana y estoy terminando de escribir esto, hace más de una hora que lo escribo y siento como me he desahogado, al enviar unas notas de voz platicando con un buen amigo, se me cortó la voz por primera vez por lo sucedido, el terror que sentí al caminar entre los árboles de Paseo de Gracia como si de trincheras militares se tratase, produjo una sensación escalofriante que nunca había experimentado y espero no volver a experimentar, sentí como se rompió la voz… Ahí empezó a caer en mí la conciencia, ya no era el instinto de supervivencia el que me manejaba, mi cuerpo ya no estaba tenso y no sudaba frío, ahora empezaba a conectarse mi hemisferio cerebral derecho, ahora eran las emociones las que a oraban… Ver las imágenes de los cuerpos sangrando, contorsionados a fuerza de violencia produjeron en mí, rabia, tristeza, compasión, decepción, terror, miedo… Mucho miedo… En especial la imagen de una pequeña que alcanzaría quizá y a lo sumo, sus ocho añitos, su piernita era una curva, una ramita corta que dibujaba una forma que no debería, su inocencia estaba derramada por la Rambla, su vida ya no estaba en su cuerpo… No pude seguir viendo más y busqué el control de la Play Station y puse un juego, no me concentraba en el juego en realidad, puse una película y mucho menos… Me acosté intentando dormir, no pude, comencé a escribir y sentí como mi sentir empezaba a salir, línea tras línea iba desahogando el agobio producido por la maldad de unos cuantos. Alguna línea produjo un llanto que no conocía en mí, me considero una persona que cree en la humanidad, pero hoy, esa fé se ha visto violentada, perturbada. Pude ser yo, pudo ser algún amigo, un familiar…
Espero que las familias de quienes hoy perdieron la vida o están luchando por ella en los hospitales, las que quedarán marcadas con cicatrices en sus cuerpos o en sus almas, encuentren pronto sanación. Que los degenerados que produjeron este terror, reciban lo que merecen, no le deseo esto a nadie. Hoy viví el terrorismo de cerca, bien dicen que la guerra sólo es atractiva cuando no estás en ella, esto se asemeja muchísimo a la guerra si es que no lo es. Es el lado más oscuro de la humanidad, todo producido por la intolerancia.
Hoy mi vida cambió, me tocó el alma, ahora sé lo mucho que quiero seguir viviendo y cuantas ganas tengo de abrazar a los que amo, veo con otros ojos su sonrisa y doy gracias por estar bien. BARCELONA, T’ESTIM!