Por: LRI. Edgar Busson
Una de las prácticas que promueven la cultura democrática y la participación social son los foros, paneles y debates; estos últimos muy enriquecedores pero aún muy pobres en su formato y su formación tanto en el sector educativo como en el ámbito de la política, y entiéndase política no sólo de estado, sino empresarial, académica o social, que finalmente es una práctica en todo entorno de libre asociación. La sociedad civil organizada tiene múltiples formas de participación, una de ellas es a través de la asociación colegiada formal, y puede ser empresarial, gremial, académica, asistencial, política, entre otras. Sus formas son las Cámaras Empresariales, Sindicatos, Asociaciones, Colegios, Barras, Fundaciones, Federaciones y Confederaciones; todas integradas por socios representativos de la actividad, líderes de opinión en su mayoría y personas comprometidas con su causa.
El escenario presente para México demanda de la sociedad civil organizada, el mayor acto de responsabilidad con respecto al liderazgo, organización y su toma de decisión en el presente proceso electoral 2018.
Las organizaciones deben asumir el compromiso de encabezar el posicionamiento de los temas de mayor relevancia en el quehacer del Estado, en la labor legislativa del Congreso de la Unión, así como en el ejercicio Ejecutivo y Legislativo de los Estados y Municipios que participan en el proceso 2018 y los siguientes años; de tal forma que se conviertan en referentes sociales activos, propositivos y determinantes del curso de acción de las propuestas de Gobierno y Legislativas, que son muchas y son urgentes; abandonando el juego de la comparsa complaciente, el acompañamiento servilista y la incondicionalidad oportunista, para convertirse en la batuta que propone con sentido, con sensibilidad y con inteligencia; que puede ser perfecto auditor social, y sin duda, un observatorio puntual de planes y programas gubernamentales, rendimiento legislativo y evaluador imparcial de resultados, transparencia, apego a la legalidad y aplicación de recursos.
Lo anterior, sin desconocer que no es su función; pero ciertamente, no existen otras entidades confiables que lo puedan realizar sin el sesgo del financiamiento de gobierno, la pertenencia al aparato gubernamental o con el interés y la dependencia económica del mismo. Por lo que el rol de la sociedad civil organizada en todas sus formas, tiene la oportunidad de trascender por primera vez en la historia del país, como el fiel de la balanza en las elecciones 2018. Así de inmenso es su rol, compromiso y responsabilidad.
Por otra parte, existe toda esa sociedad que no está representada de manera formal y que es el grueso de la población; la misma que no ha sido invitada, considerada o atendida y tal vez decepcionada por las Organizaciones formales. Es esa parte de la sociedad que tiene un papel decisivo, ese sector al que los gurús electorales le llaman voto volátil, switch, útil y cuantos nombres fantasiosos ocurran a sus ociosas mentes; ese gran segmento poblacional que reviste una policromía sociodemográfica compleja, diversa y mal informada, desinformada o informada a medias; que ocupa los diferentes estratos sociales y que tiene un amplio espectro de necesidades familiares, personales y comunitarias; que son víctimas de la nota mediática en las redes sociales y que están a merced de la manipulación profesional de las mismas.
Es una tarea de todos los sectores formales, de las agrupaciones informales y de los liderazgos responsables, hacer llegar información de valor para la toma de decisión de la sociedad con base a las expectativas reales de crecimiento y desarrollo del país; a las perspectivas económicas, sociales, políticas y ambientales; de tal manera, que evitemos a toda costa, que el populismo, el régimen mediático, la falsa promesa y el engaño mesiánico atenten contra la nación.