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DEBACLE POLÍTICA, RETOS Y RESPONSABILIDADES

POR: LRI. Edgar Busson

 

El contundente triunfo de Morena, el desastroso fracaso del PAN y el ominoso descalabro del PRI, son una muestra clara de lo que el poder del elector, la manipulación de la información, corrupción en el gobierno e insensibilidad social de los partidos políticos tradicionales y satélites motivaron en el país.

Resulta ocioso brindar más explicaciones del acontecimiento; sin duda, los retos políticos inmediatos y futuros deberán partir del diagnóstico crítico, veraz y objetivo de cada instituto político; de interpretar y reconocer en toda su dimensión, uno a uno, los errores de estrategia, elección de candidatos, diseño y dirección de campañas, comunicación social, mercadeo político, alianzas y contubernios, traiciones y deslealtades, simulación y manipulación, desinformación y desconocimiento; una tarea que no apunta fácil al ejercicio honesto, crudo y real para cada liderazgo, dirigencias, clases políticas y excandidatos.

Comprender que en un país donde el PRI gobierna 15 Estados, el PAN gobierna 15 Estados; un priísmo en Presidencia de la República con Delegaciones Federales en todo el territorio, con todos los recursos federales de todos los capítulos del presupuesto de la Federación y el poder tácito de influir sobre los distintos órdenes y niveles de Gobierno; concluye sólo una suposición; la debacle catastrófica del PRI fue fraguada con intención clara, pensada con antelación, organizada por encima del interés institucional y propósito destructivo. Si existe otra explicación, que se convenza de lo contrario al priísmo nacional de cepa; que se convenza de lo contrario, con su proporción política y gubernamental, al panismo nacional duro; porque “el poder se ejerce, no se presume” y no hay poder en la plataforma de quienes a las 8:00 pm y 8:22 pm del 1 de julio, salieron a declarar triunfador al candidato de Morena con apenas el 0.38% del cómputo del total de las Actas de la jornada electoral.

El tema no es la repartición de las culpas, sino de asumir las responsabilidades y con ellas, los nuevos retos. No alcanza para una nueva simulación al PRI con la figura de la refundación y cambio de nombre, lema y logo; no da para el PAN la permanente lucha interna por el poder y las cuotas; y para Morena, la improvisación, inexperiencia y la conformación de dirigencias y “nuevos” cuadros con los despojos, desecho y advenedizos de otros partidos sólo confirma su vocación de priísmo dinosaúrico, panismo olvidado y  oportunistas cazadores de hueso y chambitas.

Por otra parte, para el Presidente Electo, la realidad lo enfrenta con duros traspiés; no es lo mismo prometer en campaña, ofrecer discursos a modo según el auditorio y hacer comerciales para repetirlos en los debates, que hacer política y gestionar gobierno. Ese catálogo de la ilusión del proyecto de nación, y la agenda de sus cincuenta propósitos de gobierno, nada tienen que ver con la actuación real en el ejercicio gubernamental; cada una de sus promesas cae por su propio peso; y el tema no es para ningún mexicano, halagüeño en ninguna forma. El sector empresarial, académico, social y cada ciudadano ha refrendado su compromiso con México, para seguir trabajando y apostando por el país, nadie desea en lo más mínimo que le vaya mal al Presidente como primer mandatario y voz de los mexicanos; lo que sí demanda y exige México es lo que prometió, cero corrupción, mejor nivel de vida para todos, mayores oportunidades de empleo, desarrollo y proyección de los ciudadanos y la nación, sin cancelaciones ni metas posfechadas; cumplir es su obligación, sin términos medios, sin consideraciones ni justificación.

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