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EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD PARA NUESTROS HIJOS: EL LEGADO DEL TRABAJO

Por: Fernando Valdivia / Lic. En Administración Financiera / Máster en Administración de Empresas

 

“Solo hay dos legados duraderos que podemos dejar para nuestros hijos. Uno de estos son raíces, el otro, alas.”

Hodding Carter

 

Existe una frase de Peter Krause, muy fría, pero realmente interesante y digna de recapacitar que dice: “La paternidad se trata de guiar a la próxima generación y perdonar a la última.” Hoy en día vivimos en un mundo tan vertiginoso, que debemos siempre considerar una buena guía para aprender de los errores de las generaciones pasadas, la constante del ser humano ha sido ignorar su historia para aprender de ella y proyectar y planear un mejor futuro…como padres… ¿No es lo que esperamos para nuestros hijos? ¡Un mejor futuro!  Ser padre es una tarea demasiado complicada para que alguien exija la perfección… ¿Qué es ser un padre perfecto?  Cada niño es único y como tal, cada relación entre padres e hijos es diferente a los demás. Ser honesto y seguir intentándolo es lo mejor que un padre puede hacer. Siempre que el ejemplo sea la guía de nuestros hijos, ser coherentes con nuestro actuar. Nuestros padres fueron nuestra fuente de inspiración y es seguro que nuestros hijos aprenderán qué tipo de personas querrán ser. El ser humano se inspira por la capacidad de recuperación, la dulzura, el amor, la capacidad para dar y pedir. De alguna manera nuestros hijos encontrarán el gran tesoro que llenará sus corazones y claro está, los nuestros.

Los niños y los padres estamos unidos en lazos que superan el tiempo y que unen a las generaciones. Encontramos nuestras raíces en nuestros padres y abuelos y nos convertimos en raíces para nuestros hijos. Con este vínculo duradero el amor permanece siempre vivo.

Nosotros como padres tenemos una misión diaria… Y es ofrecer apoyo a nuestros hijos mientras los impulsamos a encontrar su propio camino. Los niños felices necesitan raíces que les indiquen que tienen un lugar en el mundo y alas para decirles que pueden ser lo que quieran.

Los padres siempre se preocupan por ayudar a sus hijos a ser buenas personas. Los niños no necesitan lecciones o sermones sobre cómo comportarse o qué valores adoptar. Aprenden observando a la gente a su alrededor. Nosotros como padres sólo podemos darles un buen ejemplo.

Es muy común, (y creo yo a veces he pecado de tal cuestión), en que vemos en nuestros hijos el reflejo de nosotros mismos, pero los niños son personas únicas, con sus propios dones, talentos y deseos. Lo mejor que podemos hacer es alentarlos a encontrar su singularidad y abrazarlo. Algunos padres ven en sus hijos la posibilidad de cumplir sus sueños y esperanzas perdidas. Este es un error de crianza común porque significa negarse a aceptar la personalidad y las disposiciones naturales de un niño. Lo más importante que un niño necesita es aceptación.

Ser padre es descubrir que nuestros corazones tienen una reserva infinita de amor y paciencia. El amor de un padre no puede ser drenado, dividido o desperdiciado. Es un tipo de amor que se multiplica para cada niño, siempre creciendo y llegando lejos.

Los padres ven en sus hijos partes de ellos mismos y partes de la persona que aman. Sus hijos son el regalo del amor y por esta razón son amados con la devoción más profunda posible para el corazón humano.

Como niños es difícil darse cuenta del alcance de los esfuerzos de nuestros padres para criarnos. Cuando nos convertimos en padres nos damos cuenta de que la crianza de los hijos es un trabajo difícil y que nuestros padres merecen nuestra gratitud y respeto por criarnos tan bien.

Los niños confían incondicionalmente en sus padres, siempre creyendo en su amor, en sus buenas intenciones y en su conocimiento. Sin darse cuenta los niños ven a sus padres como modelos a seguir y aprenden cómo ser buenas personas al repetir el comportamiento de sus padres. Cuando fuimos niños, vimos a nuestros padres como personas con “superpoderes” que siempre saben qué hacer y que pueden realizar cosas que nos parecen imposibles. No es de extrañar que se conviertan fácilmente en nuestros héroes y que los miremos con admiración y amor.

La relación padre-hijo es una de las relaciones más satisfactorias. Es a la vez amor, cuidado y conexión duradera. Comenzamos nuestras vidas siendo atendidos por nuestros padres y terminamos nuestras vidas siendo atendidos por nuestros hijos. Es un ciclo completo de amor.

Sin embargo, ser padre no es todo diversión y alegría. Los niños no se dan cuenta de cuánta energía y tiempo exigen de sus padres hasta que crecen y miran hacia atrás. Sólo entonces podrán ver la cantidad de amor y paciencia que tuvieron en su infancia feliz. Amar no significa ser dulce y tolerante a toda costa. El amor debe ayudar a que sus hijos se conviertan en mejores personas. Los padres quieren que sus hijos maximicen sus cualidades y atenúen sus defectos. ¡Ser el mejor amor a menudo puede ser difícil!

No importa qué grandes amigos, compañeros de trabajo o profesionales seamos, la verdad es que muy a menudo hay alguien mejor que nosotros. Sólo para nuestros hijos, somos verdaderamente irremplazables. El lugar que ocupamos en sus corazones es para siempre nuestro.

¡Felices Fiestas, y mis mejores deseos para este 2019 a todos nuestros lectores!

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