Por: Claudio Innes / Master Wine Sommelier Escuela Española de Sommeliers Chef Ejecutivo del restaurante Tasca y Cava
l día de hoy les platicaré acerca de un tema que me llena de gusto. Contrariamente a la histórica fama que tenemos los mexicanos de ser “malinchistas”, el vino mexicano es un producto privilegiado por los consumidores de nuestro país. Este fenómeno se debe a varios factores de acuerdo a mi punto de vista.
El primero es indudablemente el esfuerzo que han hecho los productores mexicanos por elevar la calidad y la oferta de sus vinos además de reducir esta desventaja en la que nos encontrábamos cuando hablábamos del famoso equilibrio entre calidad y precio tan importante para tomar una decisión a la hora de seleccionar un vino.
El esfuerzo no ha sido poco debido a que todavía tenemos circunstancias que no son favorables como la poca producción de la mayoría de las bodegas mexicanas que no pueden adquirir sus insumos y sus materias primas a los mismos precios que los grandes productores mundiales o simplemente de aquellos productores que viven en países proveedores de material de vinificación. En México todavía tenemos que importar desde la mayor parte de las plantas que conformarán los viñedos, hasta la maquinaria y equipo como cuvas, prensas y barricas entre muchos otros. Algunos beneficios fiscales también podrían beneficiar al sector, de eso ya se ha estado hablando ante las instancias correspondientes y se esperan respuestas favorables a corto plazo.
La segunda razón es el esfuerzo de las casas comercializadoras que indudablemente han hecho una gran labor posicionando al vino mexicano como un producto de calidad, con presentaciones atractivas y en espacios de muy buen nivel. Los eventos especiales como degustaciones, muestras, presentaciones y festivales también han sido estrategias muy favorables. No podemos dejar de mencionar las estas de vendimia en las que las vinícolas nacionales literalmente “echan la casa por la ventana” para recibir y agasajar a su clientela.
Importante es también mencionar la infraestructura que muchas vinícolas tienen en nuestro país, con instalaciones de primer nivel, salas de degustación, visitas guiadas, explicaciones por parte de Sommeliers calificados, restaurantes de alto nivel y hasta hoteles boutique para redondear la experiencia del mundo de la vitivinicultura.
En tercer lugar habría que mencionar el esfuerzo de profesionales y docentes de gastronomía en materia de educación. La gran mayoría de los programas tanto técnicos como de licenciatura en artes culinarias de nuestro país cuentan con materias relacionadas a la viticultura, la enología y el maridaje y apreciación sensorial. Este esfuerzo ha sembrado las semillas que ahora están germinando y que han despertado el interés de las nuevas generaciones por la cultura del vino.
Por último habría que aplaudir a los consumidores nacionales cada vez que toman la decisión de adquirir una botella de vino mexicano. El panorama es promisorio. En México se produce solamente el treinta por ciento del vino que se consume. Esto deja un margen de maniobra del setenta por ciento del mercado a aquellos importadores que nos proponen vinos de otros países, principalmente de España, Chile, Argentina y Francia entre muchos otros. De seguir así la tendencia, cada vez tendremos más propuestas de vinos elaborados en México y si esto va de la par con el incremento de la población que consume este noble producto, podemos afirmar que el sector vitivinícola mexicano tendrá un crecimiento muy interesante.
Es sin duda alguna una decisión inteligente invertir en la creación de nuevas bodegas en diferentes zonas de nuestro país como el Valle de Guadalupe en Ensenada pero sin dejar de contemplar regiones que crecen a pasos agigantados como Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua y San Luis Potosí entre otras.
Mi recomendación será entonces, apostar por los vinos mexicanos, apreciar la tipicidad de las diferentes regiones productoras, acompañarlos de nuestra gran gastronomía y recomendarlos entre nuestras amistades. Nos daremos cuenta entonces de que lo que se produce en nuestro México puede competir tanto en precio como en calidad con los vinos de muchos otros países del mundo.