HOTEL AGUASCALIENTES LUXURY & CASINO
Viernes en la tarde, escuchamos los pasos de Jorge y Alejandro llegando puntuales a nuestra cita. Sus pasos nos hacen voltear a verlos y notar lo que es visible a todos, su tenacidad de hacer las cosas bien, que ha llevado a esta familia a distinguirse por dejar una huella como empresarios en nuestro país.
Oriundo de Guadalajara, Jalisco, Jorge Romo disfrutó sus primeros años de vida en el Pueblo Mágico de Teocaltiche, en donde desde niño mostraba ya el interés por el trabajo que sus padres lograron formar en él, para convertirlo en el gran empresario que es hoy en día. “Mi familia es lo más importante para mí, de ellos aprendí valores y la constancia; hasta los 7 años crecí en un lugar que para mí era mágico y súper divertido, Teocaltiche, mi pueblo querido; mis recuerdos más gratos era irme al rancho, ya que cada vez que íbamos era una aventura. Los domingos me encantaba ir a las comidas o días de campo, y disfrutaba cuando llovía porque las calles se volvían nuestro parque de diversiones más grande, con unos toboganes increíbles. Por las tardes salíamos a jugar bote o escondidas, cada día era una aventura distinta que le daba magia a cada día de mi niñez”. Nos comenta Jorge entusiasmado al recordar esa hermosa etapa de su vida.
Jorge Romo, emprendedor desde joven
El crecer desde niño involucrado en los negocios de su padre, despertó en Jorge la inquietud de iniciar sus propios negocios. “El ser empresario te da muchas satisfacciones, pero para mí en lo personal lo más importante es servir y ver una sonrisa en mis clientes satisfechos”. Hoy esos valores que inculcaron en él los transmite diariamente a su hijo Alejandro. “En el día a día comparto el respeto, el ayudar a los demás, y que siempre este consciente de lo que hace”.
El legado de emprender
Tal vez no exista un método para contagiar y heredar en los hijos los valores para continuar no sólo en los negocios ya establecidos por sus padres, sino para emprender, sin embargo el ejemplo de padres exitosos y comprometidos con la sociedad como lo es el caso de Jorge Romo, contagia a Alejandro para continuar el camino que su padre ha formado.
“Considero que no existe ninguna escuela y tal vez nunca lo prepare al cien, porque es un hecho que siempre estamos en continuo aprendizaje durante todos los días de nuestras vidas, espero transmitirle lo mucho o poco que sé, pero tengo la seguridad que cuando llegue el día , estará más que listo para dirigir mis empresas sin ningún problema.”
“No existe nada más grato y reconfortante que mi hijo esté hoy a mi lado apoyándome siempre y trabajando juntos por una misma visión y con la misma pasión”. Nos comparte Jorge.
Alejandro, joven empresario
Alejandro desde pequeño jugaba a ser como su papá, recuerda con gusto que jugaba en los pasillos del Hotel Aguascalientes y que su padre le enseñaba a trabajar para que valorara el costo de la vida. Al terminar la Universidad empezó a involucrarse formalmente en los negocios familiares. Para Alejandro el mayor reto de continuar el legado familiar es principalmente seguir el ejemplo de su padre, trabajando arduamente y continuar sembrando para que las próximas generaciones cosechen los frutos como sucede en la actualidad. “No pienso defraudar a mi padre, soy consciente de que sus logros fueron gracias a esfuerzo y sacrificio y quiero que confíe en mí que su legado seguirá para las generaciones futuras”.
“Para mí, no existe empresario más exitoso que mi Papá Jorge (abuelo), y no pienso fallarle ni a él ni a mi papá, me siento muy orgulloso de llevar el apellido Romo, y también me enorgullece lo que ha logrado mi padre, y eso me motiva para darme a la tarea de seguir creciendo el negocio con mucho orgullo”.
Para Alejandro cada día es un reto nuevo, y como todas las tareas que conlleva su trabajo diario le apasionan, nos comparte que las soluciones siempre llegan solas.
“Nuestros padres sembraron un árbol, nosotros tenemos que cultivarlo y si lo cuidamos les tocará recoger frutos y que mayor satisfacción seguir preservando esto generación tras generación… Como decían mis padres: El que es buen hijo hasta por negocio es bueno”. Concluyó Alejandro.