Por: Arq. Gabriela García Torres
Profesor, enseñante o docente son todos aquellos que tienen como objetivo primordial enseñar profesionalmente a una o más personas. Esto dicho propiamente del resultado de buscar su significado por internet. Maestro proviene del latín magister, se compone de la raíz indoeuropea bha (hablar) y el sufijo indoeuropeo ter (constructivo, que marca contraste). Su opuesto sería minister de minus (menos).
Por lo cual, un docente es aquel que enseña uno o más conocimientos al igual que el profesor. Pero el Maestro es aquel que además de enseñar, lleva con extremado cuidado y verdadera vocación la educación del o los seres humanos que tiene a cargo.
Es aquí donde me permito abrir un paréntesis y compartir mi opinión que si bien se puede tomar como crítica hacia mis colegas, más bien la tomaría como una reflexión acerca de lo que estamos haciendo y de cómo estamos trabajando en la actualidad.
Resulta más fácil echarle la culpa de lo que actualmente ocurre en nuestro país a los gobernantes, al sistema educativo, al plantel educativo, a la realidad cultural y social que vivimos, a la interacción con las redes sociales y hasta lo que se vive día a día en el núcleo familiar.
Pero, ¿y los docentes? Mucho hay de cierto en que existen docentes de excelente calidad, otros inigualables en su materia. Aunque la mayoría ha olvidado la magia de ser Maestros, esa magia con la que de pequeños vivíamos y lográbamos alcanzar lo que nos proponíamos, ya pocos muy pocos Maestros aún sobreviven en medio de esta jungla consumista. Los que “enamoran” con su sabiduría, cercanía y acompañamiento están en peligro de extinción.
Y no se trata de experiencia o de una edad cronológica, mucho menos de pertenecer o no a determinada generación. Esto va más allá de lo que puedes aprender en la Universidad , ser Maestro implica trabajar con amor, pero no ese amor que pudiéramos leer como “cursi “, es ese amor que nos mueve a poner la vida en cada indicación, en cada planeación, en cada una de las palabras con que nos dirigimos a nuestros alumnos. Trabajamos por vocación y verdadera pasión propiciando justo, motivar a ser mejores seres humanos a todo aquel alumno que cruce por nuestro camino. Ellos no son un número más de lista, no son una matrícula del colegio, son seres que viven y sienten, que están poniendo en las manos del Maestro su confianza y toda credibilidad.
Son seres humanos inacabados a los cuales tú docente, puedes: moldear, pulir, esculpir con tal cuidado, prudencia, amor y paciencia dignos de un gran Maestro.
El arte de ser Maestro implica a mi juicio desarrollar la capacidad de percibir lo que con palabras no pueden decir nuestros alumnos. Si no hay brillo en sus ojos, no hay interés, no están comprendiendo lo que el Maestro quiere transmitir y por tanto, el canal de comunicación se rompe.
Un Maestro debe tener la sutileza, estética y elegancia de un gran arquitecto para planear con acierto las actividades a realizar.
Debe esculpir con amor y vocación a cada alumno para evitar ser doctores de niños sanos.
Tener el color, textura y contrastes propios del mejor pintor para saber manejar su voz.
Gobernar la armonía de un músico excelso para ambientar el espacio de aprendizaje marcando en tiempo y forma el ritmo de trabajo adecuado.
Y por último ser comunicadores para poder transmitir el conocimiento de una forma práctica, clara y empática.