Por: Fernando Valdivia / Lic. En Administración Financiera / Máster en Administración de Empresas
El dinamismo local, nacional e internacional por encontrar capital para fondear proyectos ha orillado al ecosistema empresarial y de emprendimiento a buscar nuevas formas para lograr alcanzar las metas y objetivos deseados dejando a un lado los financiamientos públicos o privados tradicionales, que por lo general son o muy costosos o con estructuras poco flexibles y complejas. A la fecha, por estos medios tradicionales si alguien quiere desarrollar un proyecto y necesita financiamiento tiene una serie de opciones genéricas. Pedir un préstamo, una subvención, etc. Hoy en día, cada vez existen más plataformas de crowdfunding, una nueva opción innovadora y más flexible, pero, ¿qué es el crowdfunding? De manera general lo debemos entender como un tipo de financiamiento colectivo por medio de redes electrónicas.
Suele suceder que cuando surgen innovaciones que cuestionan los métodos tradicionales de hacer las cosas, como ocurre con el crowdfunding, es común que surjan inquietudes por parte de todos los participantes. Y antes de responder todos los posibles cuestionamientos, sí podemos identificar los posibles beneficios que aporta este nuevo sistema de financiación colectiva:
– Da mayor amplitud y vinculación a la diferente gama de proyectos. Internet no tiene barreras, es un canal que permite hacer llegar nuestra oferta a un número incalculable de potenciales interesados sin filtros de ningún tipo. Los costes de distribución a posibles inversores/donantes son prácticamente marginales. Es cierto que para que la propuesta tenga éxito hay que apoyarla en una buena estrategia de comunicación, pero esa estrategia no tiene por qué ser necesariamente costosa. Las redes han pulverizado las barreras de entrada entre los individuos, instituciones y empresas.
– Pulveriza los costos de transacción operación y vinculación: Las distintas plataformas facilitan la decisión de financiación eliminado los procesos, papeleos e intermediarios de todo tipo. No es necesario un análisis profundo, ni perder horas en reuniones con expertos, ni rellenar formularios. Todo el proceso se reduce a unos cuantos clics. Un clic para entrar en la plataforma y conocer las propuestas de los emprendedores y otro clic para autorizar la transacción económica o para salir si no interesa. Las plataformas cobran una sencilla comisión (entre el 5 y 8%) en el caso de que el proyecto tenga éxito.
– Se pretende disminuir en la mayor medida la información asimétrica. Se pretende que las plataformas presenten la información lo más sencillo y transparente. Que todo el proceso elimine la información asimétrica. Buscar que los emprendedores y capitalistas se encuentran en una posición de igualdad. Eliminar ambigüedades.
– Pretende homologar y globalizar el capital. ¿Cómo se logra? Fácilmente. Al no exigir grandes cantidades para entrar a diferentes negocios, permite participar a un gran número de personas. La racionalidad económica es muy parecida a las estrategias que tratan de desarrollar negocios en la base de la pirámide vendiendo productos y servicios a los sectores de bajos ingresos. La lógica de los negocios en la base de la pirámide se basa en la siguiente premisa: puede que sean pobres, pero son muchos.
– El crowdfunding permite conectar a consumidores motivados con los emprendedores en las fases iniciales del proyecto, facilitando que aquellos puedan influir en estos. Habitualmente las solicitudes de apoyo no se reducen a la demanda de financiamiento, sino también a la difusión de los proyectos, lo que hace tener un feedback bastante fuerte. Se genera así un sentido de compromiso y participación en el proyecto que va más allá de la compra de un producto o un financiamiento de un proyecto. En muchos casos de crowdfunding, además, los capitalistas o “backers” pueden influir en las fases de diseño del producto o lanzamiento de la iniciativa al encontrase éstas en las fases de diseño o concepción.
Concluyendo y aterrizando el tema, el crowdfunding es una opción hoy por hoy real y factible visto desde el punto de inversionista para colocar excedentes de capital, o bien, una forma sencilla, flexible y rápida de conseguir capital para un proyecto.