Por: LAE. Cecilia Ovalle Ríos
Apreciables amigas y amigos, hemos disfrutado de algunos días de descanso, luego de la inesperada salida que nos provocó dos angustiantes años de confinamiento, Agradezco enardecidamente la oportunidad del día a día, deseándoles que gocen de buena salud al igual que todo en sus vidas marche gratamente.
En la edición pasada les hable de Mujeres que inspiran y por esta vez, no será la excepción – no es que quiera realzarme hablándoles sobre mujeres, no es así – Es humano disfrutar de un cálido beso; o el solo fundirse en el delicioso sabor de nuestro platillo favorito preparado por las benditas manos de aquella mujer quien siempre llamamos madre, con el único pensamiento de un confort único y presente cuando algo no va bien. He de decir que somos afortunadas de contar con la presencia tan excelsa de mama: Felicidades. Como seres terrenales hemos sido fortuitos de tocar el cielo.
Pero hoy, contundentemente las mamas y abuelas han cambiado de manera radical, logrando romper las barreras impuestas llenas de paradigmas y prejuicios marcados por sus antecesoras, o bien, del árbol genealógico. Es indudable que muchas de las figuras sociales nos sorprenden hoy con su meticulosidad para desenvolverse, incursando en obtener recursos para trabajar, estudiar o capacitarse; formar a los hijos, atendiendo las tareas del hogar; además de cuidar su imagen y salud.
Para las abuelas, la palabra ‘pasividad’ no expresa ninguna de sus cualidades; pues bien son mujeres determinadas a vencer y mostrar que nunca es tarde para alcanzar tus sueños, siendo a su vez, precursoras de muchas familias. Son impulsoras de las mujeres jóvenes, quienes buscan tomar el estandarte y fungir los roles que no se han establecido por la sociedad, priorizando su individualidad.
Aquellos tiempos arcaicos, donde no se podía abordar ciertos temas, ha quedado sobrepuesto. Ahora la figura de la abuela es la de una cómplice, quien se mantiene vivaz, amena a socializar y su propio ímpetu, primero está ella.
Un aprendiz del mundo actual quien conserva su sabiduría, quien te impulsa a entender que la familia solo es parte de un fin único, forjado como amor propio. Es solo el paso previo antes de la toma de decisiones abnegado a no repetir patrones porque ahora con un mundo en constante transición. Es decir, más libre y diverso; puedes convertirte en la mujer que desees.
Lo mejor de todo es que estas líneas, Queridas amigas y amigos, es que no hablan únicamente de lazos sanguíneos, esto va más allá. Es una decision de amor, que rompe géneros o parentesco. El acompañamiento y la guía de un padre, de una madre o una abuela no admite ninguna especie de prejuicios, pues la humanidad necesita vivir intensamente, amar a plenitud, acompañarnos socialmente y ayudarnos a volver a comenzar porque han sido tiempos retadores que requieren de la confianza en cada uno de nosotros para crear nuevas fórmulas.
Definitivamente las mujeres que son madres (dadoras de vida), merecen absoluto respeto. Las mujeres y hombres formadores, merecen del reconocimiento, asi para los seres humanos que aceptan y afrontan las situaciones complicadas de la vida: admiración.
Abracemos entonces la esperanza y el amor desinteresado de una madre, manifestado de diversas formas, porque estas personalidades son agentes de cambio y se reflejan en el cuidado de sus empresas y patrimonios, en la integración y guía de sus equipos de trabajo. La personalidad y la tarea de ser madre pueden fortalecer a un individuo para alcanzar objetivos trascendentales.
No debe recaer la responsabilidad de educar a una familia, en la madre pero sin duda, su amor y entrega brinda una formula exitosa.
¡Mi felicitación sincera en el marco del Día de las Madres!
