Por: M.D.A Juan Camilo
Considero prioritario que en el sistema educativo de México (desde la educación inicial) contemos con una formación en emprendimiento donde se desarrollen habilidades de espíritu emprendedor y de pensamiento empresarial. Para ello es importante recalcar que un emprendedor no siempre es un empresario, pues existen los intraemprendedores, que son personas capaces de detectar oportunidades en una empresa y además con capaces de organizar los recursos necesarios para resolverlas.
La formación tradicional memorística que hoy tenemos en nuestro país nos ha convertido en un México que depende mayormente de la inversión extranjera para generar empleos de manera masiva, y aunque esto fue una fórmula que funcionó durante el siglo XX, para el siglo XXI necesitamos de la inventiva como soporte de una economía exitosa, y esta capacidad de innovar, se debe desarrollar desde la educación inicial y a lo largo de todo su proceso educativo.
Nos encantaría que más jóvenes optaran por las ingenierías como proceso de formación superior, lamentablemente no todos deciden ese camino, entre otras cosas, por el terrible paradigma del miedo al aprendizaje de las matemáticas que tenemos como sociedad, lo que debemos hacer quienes nos dedicamos a la educación superior, es trabajar en una reconversión laboral, la cual debe buscar una reinvención de las profesiones tradicionales que aún siguen siendo muy demandadas por los estudiantes. Sí, podemos formar arquitectos, pero además de buenos diseñadores y constructores, estos nuevos jóvenes deben llevar en su formación procesos de innovación para crear nuevos materiales reciclados, que incluso puedan ser térmicos. Sí, queremos odontólogos, pero unos que por medio de procesos de inventiva, se hagan el cuestionamiento y busquen una manera de lograr anestesiar sin dolor… conociendo que muchas personas pierden sus piezas dentales por el simple miedo a la anestesia.
¿Queremos abogados? Claro que sí, pero hoy debemos formar a un legal tech lawyer, ese profesional que use la inteligencia artificial para evaluar casos de mejor manera y en menor tiempo.
Estos son solo algunos ejemplos de esta nueva manera de educar a nuestros profesionistas, pues solo así les daremos herramientas reales que les ayuden a integrarse de manera exitosa a las complejidades del mundo actual.
Según un estudio realizado en nuestro país sobre los salarios, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señaló que las 5 carreras con mejor salario son: medicina, ingeniería civil, minería y extracción, derecho y arquitectura. En este estudio también se presentaron las carreras con menores salarios, estas son: orientación educativa, educación especial, trabajo social, lenguas extranjeras y economía.
Lastimosamente nuestras universidades mexicanas, y en general, todo nuestro sistema educativo sigue esperando formar a sus estudiantes para que al culmen de su proceso se integren en una compañía que les garantice un ingreso seguro hasta una “casi imposible jubilación” (con las actuales condiciones, difícilmente los jóvenes que hoy se están integrando al mercado laboral obtendrán una pensión).
Mi recomendación para los actores de la educación superior es migrar a un proceso de enseñanza de emprendimiento y reconversión laboral de manera transversal a todas las profesiones que desarrolle las habilidades necesarias para formar a los jóvenes que México necesita para crecer su economía y lograr disminuir las desigualdades que hoy tiene nuestro país.