Por: MDA. Juan Camilo Mesa Jaramillo
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Mucho me ha interesado durante mi vida profesional poder definir la palabra éxito. Para muchos el éxito es sinónimo de dinero o poder, para otros es la felicidad, la salud, el hacer lo que les gusta.
Durante mis 20 años dedicados a la educación he tratado de definir este concepto y creo haber llegado a una definición que me parece completa para este momento de mi vida: Éxito es la consecuencia de alguien que en su actuar diario conecta el cerebro con el corazón.
Decidí compartir esta frase por medio de las redes sociales, encontrando que muchos se sentían identificados con esta sencilla definición, que ha sido el resultado de muchos años tratando de entender este concepto que pareciera tan sencillo.
Luego recibí de mi gran amiga la doctora en educación Laura Oscos un documento denominado “Las competencias emocionales del docente y su desempeño profesional” de Verónica Hernández Barraza, en el cual encontré que varios autores están tratando de responder preguntas sobre cómo mejorar la educación y coinciden con la idea de que el éxito en educación, o en cualquier acción de la vida, es el resultado de actuar, conectando mente y corazón.
Para Verónica Hernández el resultado educativo crece cuando los docentes mejoran sus competencias emocionales las cuales se suman a las capacidades académicas: “Ya no es suficiente que se enseñe, ni lo que se enseña, es igual de imprescindible reflexionar en quién es esa persona que aprende y quién la que lo está formando”.
Escribía Joaquín Salvador Lavado Tejón (Quino): “Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar usted precisa saber, pero para educar se precisa ser”.
Con éstos y otros conceptos refuerzo mi teoría de que el sistema educativo mexicano se encuentra centrado en el conocimiento y no en la persona, como debería ser, y como lo hacen países exitosos en educación como Finlandia, pues como escribe Hernández Barraza: “Si la tarea fuera enseñar ciertos contenidos y preparar a los estudiantes para un examen o algunas pruebas, sería hasta cierto punto sencillo, pero los Maestros deben ser mediadores para favorecer competencias para la vida y por lo tanto es imprescindible dar énfasis ya no tanto al saber sino al ser”.
“Max Van Manen (2004) menciona que el Maestro debe tener un conocimiento que surja tanto de la cabeza como del corazón, haciendo referencia a la necesidad de complementar la acción educativa con las situaciones y ambientes de aprendizaje significativo, sensible y humano que deben brindar los Maestros”.
Al final me queda claro que la educación es el soporte de la riqueza de un país, por lo que tenemos la obligación de mejorar nuestro sistema educativo mexicano para garantizar el crecimiento de México y la disminución de sus desigualdades. Para esto debemos entender que tenemos que enfocar nuestro sistema educativo en el fortalecimiento del ser para que el conocimiento sea una consecuencia de un ser humano fortalecido, y no en el conocimiento como fin último, pues pensar que la acumulación de conocimiento nos augura éxito es un grave error que hoy nos ha llevado a deshonrosos lugares en las pruebas educativas internacionales.
Tenemos que llevar a nuestros alumnos a que sean capaces de conectar, en sus acciones, el cerebro con el corazón, y seguramente así lograremos seres humanos felices que sean capaces de cimentar un futuro exitoso para ellos, y un panorama diferente para nuestro México.