El saber que seremos padres por primera vez, nos llena de una profunda alegría, emoción, pero también nos produce un gran miedo e inseguridad.
¿Nacerá bien? ¿seremos capaces de darle un buen ejemplo? ¿podremos mantener sus gastos? preguntas como estas invaden a la pareja primeriza que pronto se enfrentará a la empresa más importante y hermosa de la vida: Ser papás.
La única seguridad radica en los resultados de los exámenes que aseguran la formación de un pequeño embrioncito que a detalle se asemeja más a una foca que a un ser humano.
Las únicas armas de trabajo con que se cuenta son el amor y la seguridad que los unió como pareja, y que ahora se pondrán a prueba en el camino de espera de tan anhelado tesoro.
Nueve meses de cambios, físicos y emocionales tanto del padre como de la madre son lo más común de este camino. Antojos, cansancio, y dolores, se convierten en el preámbulo de la llegada al mundo de este nuevo ser.
El día y la hora, casi siempre al azar, convierten este proceso de espera en la suma de todos los nervios y en un caos que difícilmente se puede explicar. El momento justo, los valientes adentro del quirófano y los pacientes, afuera del espectáculo… Ese momento sublime cuando conocemos físicamente lo que el alma ya había detallado, es indescriptible… lágrimas, felicidad, miedo, risa, cada quien a su manera, pero definitivamente un instante de sentir al Creador.
Después de allí, inicia el camino, desvelos, emociones, dudas, alegrías…
La verdad no escribo esto para crear un recetario a quienes no son padres. Lo escribo para recordarle a quienes sí lo son, esa emoción de la primera vez, y las demás, en que fuimos bendecidos por tener un hijo. Lo escribo para decir al mundo la responsabilidad que tenemos con quien nos da la vida, de guiar el camino del regalo mas grande que nos hizo a través del amor de una pareja. Lo escribo para decirle al mundo que el camino de cambio a los problemas que hoy vivimos en nuestra sociedad se basan en el olvido que como padres tenemos con este compromiso.
Drogadicción, alcoholismo, bulimia, anorexia, ortorexia, son hoy problemas comunes que invaden las vidas de quienes en un momento fueron ese instante de acercamiento con Dios…
Los padres seremos siempre los responsables del crecimiento y desarrollo de nuestros hijos, por lo mismo debemos ser inteligentes y abiertos a la capacitación, al diálogo real con ellos, a la tolerancia, al cambio generacional.
Cada día vivimos una sociedad más compleja y con mayores desviaciones; de nosotros dependerá ser capaces de entenderla y explicarla paulatinamente, a fin de que nuestros hijos construyan los cimientos firmes que requieren para enfrentar un mundo del que dependen, pero del que deberán ser capaces de extraer lo mejor para crecer y encontrar el lugar de su existencia.