ESTAMOS EN 200 PUNTOS DE DISTRIBUCIÓN EN AGUASCALIENTES

¿Y AHORA DÓNDE VAMOS A ATERRIZAR?

Por: MDA. Juan Camilo Mesa Jaramillo

No sabía si escribir sobre el tema de moda, pero ahora lo considero necesario, incluso catártico. La cancelación de la obra más importante de México en los últimos años lo merece, pues existen muchas aristas positivas y negativas que, sin ser especialista, vale la pena analizar.

Un primer punto, es que, para especialistas ambientales, el aeropuerto en Texcoco destruiría gran parte del hábitat de más de 100.000 aves migratorias más aves acuáticas, que durante el invierno usan este espacio como refugio.

Pasando a la obra en sí, este proyecto parece haber nacido del típico “compadrazgo” que nos caracteriza en las obras públicas de México, casi todas se planean mal y terminan costando el doble. Muchos “moches”, muchos “amiguísmos”, los cuales al final pagamos los ciudadanos con los impuestos. Una obra nacida de quizá el gobierno más corrupto de la historia reciente de México.

Lo que sí es contundente, es que el nuevo presidente deja muy en claro que él será quien mande, y que el poder económico (los empresarios que siempre han ganado) queda relegado a un segundo plano; los que se alineen con él, seguirán, y los que no, quizá vivan un periodo de sequía.

Cambiando de arista, la cancelación del proyecto nos lleva a temas complejos, pues nuestra reputación ante el mundo queda bastante golpeada (las inversiones futuras pueden estar en riesgo, debido a que los inversionistas internacionales siempre buscarán estabilidad), tanto que HR Ratings y Fitch cambiaron de estable a negativa la deuda soberana de México, y ambas consideran que la cancelación del proyecto genera mucha incertidumbre. También podemos decir que, debido a la incertidumbre, la estabilidad del peso frente al dólar seguirá siendo muy incierta lo que podría generar mayor devaluación, y, por ende, más altas tasas de interés.

México vive del petróleo como primer ingreso, seguido de las remesas y luego el turismo. Todo el planeta parece haber decidido que el petróleo ya no será más la fuente de energía, incluso ya no se quiere usar ni derivados del petróleo como el plástico, por lo que este ingreso hoy más que nunca se encuentra amenazado. Luego, las remesas, seguirán siendo un ingreso inestable, y más con el presidente Trump tan cambiante, tan inestable. Nos queda el turismo, y quizá allí es donde se debe invertir con seriedad, estrategia y muchos recursos. El actual aeropuerto de la ciudad de México recibió más de 41 millones de visitantes en el 2017, y se espera que en los próximos años crezca mucho más el número de turistas que nos visiten, por lo que un aeropuerto digno y que funcione bien, es muy necesario para la capital del país. Las opciones planteadas no son viables desde mi punto de vista, pues crear tres terminales (actual, Santa Lucía y Toluca) desconectadas, hará complejísimas las operaciones y conexiones que hoy ya son un trauma para viajeros nacionales y extranjeros. Cabe señalar que las aerolíneas internacionales piden conexiones de 4 horas a la hora de vender sus boletos, cuando en un aeropuerto “normal”, con una hora es suficiente para seguir al otro destino.

La verdad no soy especialista en el tema, y cada quien tendrá su opinión. Unos dirán que le nuevo aeropuerto era una obra monumental y demasiado cara para un país pobre donde muy poca gente monta en avión. Otros dirán que, sin el aeropuerto nuevo, México perderá inversiones y que la economía colapsará.

No creo que ambas posiciones sean verdad absoluta, yo únicamente creo que un país que en lo inmediato podría tener al turismo como principal fuente de ingresos, debería invertir TODO lo necesario para asegurar la conectividad de los visitantes, que, a pesar de nuestra mala imagen, aún se arriesgan a venir y conocer las maravillas de nuestro país.

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