Ing. Cuitláhuac Pérez Cerros
Durante prácticamente dos meses, las armadoras y su cadena de suministro, suspendieron operaciones, lo que contuvo grandemente la producción y las exportaciones. Ello se tradujo, en caídas en producción y exportaciones, durante abril y mayo por arriba del 90%, las mayores en la historia desde que se tiene registro.
La industria automotriz, una de las más golpeadas en el ámbito económico por la pandemia, inició su recuperación durante el mes de junio y se perfila como la punta de lanza, de la incipiente recuperación económica en México. El cambio de ritmo fue evidente a partir de junio, como resultado de la reanudación de la operación en las empresas armadoras y de autopartes, establecidas en el país.
Analizando el comportamiento de los meses recientes, la recuperación ha sido considerable: en abril, la producción de autos y camiones en Estados Unidos se colapsó a sólo 110 mil unidades, en mayo subió a 2 millones 650 mil unidades y en junio repuntó a 8 millones 440 mil unidades. Mientras tanto, en junio, México produjo 239 mil vehículos ligeros, de los cuales exportó 196 mil, lo que sugiere que la planta productiva mexicana, anticipa mayores ventas externas, dada la debilidad del mercado local.
Por mucho, la manufactura automotriz ha sido el sector industrial, más pujante de México en los últimos años y su éxito, ha dependido más de los mercados externos, con Estados Unidos como su principal destino. Durante la primera mitad del año, siete de cada 10 vehículos ligeros hechos en México, fueron vendidos en el extranjero y los otros tres por consiguiente, en el mercado local.
La industria automotriz mexicana, se ha posicionado entre las más competitivas del mundo, por ser la tercera mayor exportadora de vehículos y la cuarta de autopartes. México es uno de los principales fabricantes de vehículos ligeros, que se exportan principalmente a Estados Unidos, dada su cercanía geográfica y la integración de mercados en América del Norte.
De ahí que la industria automotriz mexicana, jugará un papel clave en el T-MEC, que entró en vigor el pasado 1º de julio para sustituir al TLCAN. El reto, es que las cadenas de suministro en el sector automotor, se ajusten a los nuevos requisitos, en términos de porcentajes de contenido regional y reglas de origen. En un plazo de tres años, 75% del contenido de un vehículo, deberá provenir de la región de Norteamérica, el cual supera al 62.5% que establecía el TLCAN.
Las nuevas reglas de origen, obligan a que 40% del valor de un vehículo, se produzca en plantas que paguen salarios, al menos de 16 dólares estadounidenses por hora. Además, se estableció un plazo de siete años, para que 70% del acero en autos, sea originario de la región. Las reglas del T-MEC se consideran restrictivas para la industria automotriz mexicana, pero podrían abrir una ventana de oportunidad, para atraer inversión a México por parte de fabricantes de autos eléctricos o de marcas sin presencia en el país.
La reconfiguración de las cadenas globales de valor, que se vieron interrumpidas por los efectos de la pandemia, puede favorecer la integración comercial en América del Norte y beneficiar a México a través de una mayor inversión. Sobre todo, si derivado de las tensiones comerciales entre EU y China, empresas estadounidenses, mueven su producción y operación chinas a México.
El comportamiento de la industria automotriz en julio y agosto, en términos de producción, ventas en el mercado interno, así como en el de exportación, fueron mejor de lo esperado, si bien es cierto que el comportamiento actual del sector, sigue estando lejos de lo que representaba antes de la pandemia, podemos asegurar que la industria automotriz, está en franca recuperación económica, sobre todo considerando el escenario fatalista, que se vaticinó al principio de la pandemia.
Dicha recuperación, podría verse interrumpida si llegara a existir un nuevo confinamiento. Por ello, es primordial mantener los lugares de trabajo libres de contagio, fortalecer los procesos de protección sanitario, hacer pruebas rápidas y todo lo necesario para garantizar la seguridad y salud de los colaboradores. Sin duda alguna, el repunte de la industria automotriz en México, ayudará a la reactivación económica del país.