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LA PLAZA DE TOROS DEL BUEN GUSTO

Por: Lam. Héctor Chávez Álvarez

Todos los hidrocálidos hemos oído hablar y en algún caso, visitado las Plazas de toros que se encuentran en nuestro municipio, pero ¿Sabías que existió, otra plaza de toros?

Nuestro estado ha sido uno de los pioneros en la fiesta brava de nuestro país, pero en sus inicios estos festejos taurinos, eran presentados en plazas “armadas”, es decir en instalaciones que se ponían y se quitaban. Durante la primera mitad del siglo XIX, la plaza de toros se instaló en el predio que ahora ocupa el mercado Terán y llevó por nombre plaza de toros  “El Calvario”, hasta que se edificó la Plaza “del Buen gusto”.

El origen de la plaza de toros del Buen Gusto, va  intrínseca en el contexto de la llamada “función de San Marcos”, pues a partir de que los festejos de la ciudad, dejaron de  celebrarse en el Parián y  se trasladan en el año de 1850 a la explanada del Jardín de San Marcos, se instalan a su alrededor la plaza de toros, el palenque de gallos y el salón de exposiciones.

La plaza se construyó entre 1848 y 1850, por el político y empresario José María López de Nava, sin embargo, se abrieron sus puertas hasta el año 1851. Para construir la plaza,  López de Nava adquirió  una casa y varios solares en lo que en ese entonces, se conocía como el pueblo de San Marcos. 

Parece ser que cuando se inauguró, la plaza no tuvo ningún nombre, pues en febrero de 1852 López de Nava, compró un pedazo de tierra a Doroteo Aguilar y en la escritura el vendedor, dice tener un terreno junto a la plaza de toros, sin mencionar nombre alguno, por lo cual el apelativo del Buen Gusto, le vino mucho después. 

Al morir en 1862, López de Nava se refirió a ella como su “plaza de diversiones”. El Nombre del Buen Gusto, aparece por primera vez, en una inspección que hicieron miembros del ayuntamiento a la plaza, en el año de 1869 y en el periódico oficial se menciona en 1872. La plaza del Buen Gusto, contaba con un redondel a manera de cerca, sus gradas y unas sillas de tule, que se encontraban en lo más alto de la plaza y tenía capacidad para 2,000 personas. 

El inventario de la plaza decía, que se entraba a ella por la calle de Flora (hoy Jesús F. Contreras), a través de una puerta de mediana construcción. Enseguida, tenía un zaguán y para ir a los palcos, había un pequeño pasadizo con dos arcos. El acceso a las gradas de sol y sombra, estaba dividido por dos enrejados de madera. Tenía catorce gradas de adobe, algunas con loza. Los palcos eran veintidós, “colocados sobre las gradas, en veintitrés columnas de madera” y había un pequeño cuarto donde se guardaban las sillas de madera, para que no se pudrieran con la lluvia. 

La barrera o bahía, estaba formada por “dos timones de palo colorado”. Además, en otra parte de la plaza, se localizaba “un círculo de madera, para juego de  circo en dos hojas”. También contaba con un corral, una caballeriza y un toril, compuesto de “dos paredes de piedra y cal,” tapado con una bóveda y un techo de ladrillo y finalmente, dos pozos, uno en el corral y otro en el centro de la plaza. 

En esta plaza, se realizaron 230 corridas de toros, aquí se presentaron lidiadores de renombre, tales como Toribio Peralta, Ponciano Díaz y los hermanos Ávila. El que las funciones taurinas hayan representado, la cuarta parte del total de diez diversiones que se dieron en esos años, sugiere que eran una práctica cultural, que estaba arraigada entre la población y que generaba buenas ganancias tanto para los empresarios, como para el ayuntamiento, sobre todo por el concepto de licencia y multas por faltas al reglamento taurino. 

La inauguración de la plaza de toros del Buen Gusto fue en 1850, cuando López de Nava formó la empresa con los hermanos  José María y Mariano Ávila, para que torearan hasta 1855. Cuando los hermanos Ávila, se presentaron a la inauguración de la plaza, ya eran toreros viejos, pues sus andanzas en el mundo del toreo habían empezado en 1808, siendo hasta 1858, cuando se deja de saber de ellos.

Sin embargo, todo parece indicar que la forma de torear en los años en que se inauguró la plaza del Buen Gusto, era una mezcla de jaripeo –lazar y jinetear la res–, coleadero –derribar a un toro en plena carrera jalándole la cola con la mano–  y toreo a la manera española, tal como lo había impuesto Bernardo Gaviño. 

Las causas de la desaparición de la Plaza de Toros “El Buen gusto” fueron varias, principalmente el endeudamiento de su dueño, que lo llevó a hipotecarla al ayuntamiento de la capital y como consecuencia, en su desesperación el tratar de rentarla, al entonces empresario José María Dosamantes, en una cantidad estratosférica, éste siendo un hombre visionario y de negocios, comenzó a edificar la Plaza de Toros San marcos, que se construyó en cuarenta y ocho días y fue inaugurado un 24 de abril de 1896.

Ese año, se llevaron festejos taurinos en ambas plazas, pero la plaza San Marcos al ser nueva, con mejores acabados más seguros, cómodos y más elegante, desplazó a la del Buen Gusto, que era vieja y de mal aspecto.

Desde 1920, ya no se daban corridas en la plaza de toros del Buen Gusto, por lo que el local, sirvió para instalar circos, exposiciones ganaderas y bailes, hasta que en 1960 el señor Rafael Mirabal, inauguró ahí el Centro Social, Los Globos. 

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