Ing. Alberto Aldape
Actualmente las mujeres han alcanzado una participación económica relevante, toda vez que organismos como la ONU Mujeres, dan a conocer que el PIB mundial, podría aumentar en 5.3 billones de dólares, si se acabara con la brecha de género.
El incremento de la participación de las mujeres en la aportación a la fuerza laboral y su asunción a puestos de liderazgo, son parte de la oportunidad para reactivar la golpeada economía de nuestros países.
La importancia del tema no es menor, debido a que de acuerdo con la misma ONU Mujeres, de no existir programas específicos de incentivo y apoyo a las empresas de mujeres, el impacto de la pandemia del COVID-19 podría agravarse, teniendo un impacto negativo, que llevaría a que en el tramo de 25 a 34 años, se contabilicen 117 mujeres en la extrema pobreza, por cada 100 hombres en la misma condición.
Uno de los programas que los gobiernos de los tres niveles deben de considerar en su presupuesto de egresos del año 2021, debe de ser el incentivar a través de financiamiento de los emprendimientos y negocios de las mujeres, para que al mismo tiempo que se impulsa la actividad económica, se avance hacia la equidad de género.
Se debe de reconocer, que el invertir en el empoderamiento económico de las mujeres, permite el establecer una ruta directa hacia la igualdad de género, la radicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo.
En particular en Aguascalientes, es muy importante el considerar políticas públicas de crecimiento y desarrollo económico, que sean inclusivas y con perspectivas de género, debido a que poco más de la mitad de la población económicamente activa, son mujeres.
Las estadísticas revelan, que el 52% de la matricula en las instituciones de educación superior en el estado son mujeres, sin embargo, existe una disparidad en los ingresos labores y responsabilidades iguales. En este punto es importante destacar, la necesidad de aplicar la responsabilidad social empresarial para ofrecer un salario equitativo.
También debe de reforzarse la infraestructura social, para que las mujeres que trabajan y sean cabeza de familia, puedan contar con la oferta necesaria de centros de desarrollo infantil, escuelas y centros de salud, que ofrezcan horarios de atención similares a los que las mujeres ocupan, en su responsabilidad laboral.
En cuanto a las labores en el hogar, es necesario fomentar una mejor distribución de las responsabilidades entre hombres y mujeres, generando un cambio cultural sobre las responsabilidades domésticas.
Con la pandemia del COVID-19, se incrementaron las cargas domésticas a las mujeres, deido a que no solamente fue el cuidar a los enfermos, sino convertirse en maestras, enfermeras y sumar esto a sus cargas tradicionales, como lo es la cocina y la limpieza del hogar. Las nuevas condiciones de la economía post COVID-19, han puesto de manifiesto, la necesidad de readecuar no solo los espacios físicos disponibles en el hogar, sino también el reasignar labores, para que el conjunto de la familia las lleve a cabo.
En conclusión, la equidad e inclusión no son cuestiones de moda, es una realidad económica que obliga a los actores políticos, a considerarlo en la elaboración de sus propuestas de planes y programas, para la reactivación económica, de no considerarlo así, se está perdiendo la gran oportunidad de erradicar la discriminación de género y la inequidad en las oportunidades laborales.