Por: Lic. Jesús Enrique Ramírez Pérez
Los constantes incrementos a los energéticos deterioran la capacidad de compra del salario de los trabajadores, por lo que urge que las autoridades frenen los aumentos de precios que los energéticos están provocando.
Un comparativo de precios revela que el gas ha aumentado, de diciembre a mayo, en 31.45%, precio promediado del tanque de gas y del gas estacionario.
Por ejemplo, en diciembre del 2020, el precio del litro de gas en tanque era de $18.52 pesos y para mayo de este año el precio aumentó en $24.66 por litro, esto es, que un tanque de 20 litros que en diciembre se compraba con $370 pesos, ahora se necesitan $493 pesos.
En el caso de las gasolinas y el diésel, los aumentos promediados fueron de 11.4% y se refirió al caso concreto de la gasolina regular, la más usada en el país, cuyo precio en diciembre era de $18.29 pesos por litro, y ahora cuesta $20.26.
Un tanque de 40 litros, que es la capacidad del común de los automóviles en el país, en diciembre se llenaba con $731 pesos y ahora se tiene que emplear $810 pesos. El diésel, en diciembre costaba $19.33 el litro y ahora cuesta $21.68.
La energía eléctrica, cuyo incremento acumulado a mayo es de 3.0%, es de uso generalizado y sus principales efectos son el incremento de la inflación.
El problema que hay con el aumento de los energéticos es que rápidamente pulverizan los aumentos salariales porque al detonar la inflación, que de forma acumulada ya supera el 6%, hace trizas los ingresos de los trabajadores.
Estamos muy a tiempo para que el gobierno federal ponga atención en las principales variables macroeconómicas para incidir en un freno al aumento de los energéticos, ya que si no se mantienen controlados, el país podría caer en una espiral inflacionaria que resultará muy costosa, incluso más costosa para los más pobres de este país, de los que se dice que, por el bien de todos, primero ellos.
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