Por: Lic. Rodrigo Temoc Villagrán Hernández
Sabemos que el avance de la tecnología en las últimas décadas ha producido grandes cambios sociales, en específico el internet, pues ha elevado el flujo de información a niveles importantes y con límites aún desconocidos. Esto nos hace pensar que las tecnologías deben ser atendidas por el derecho y nuestra democracia.
La democracia es uno de los espacios que se ha visto impactado por los medios electrónicos, y uno de los elementos fundamentales como mecanismo de expresión de la voluntad ciudadana, se le denomina voto electrónico. Dicho mecanismo tecnológico que ya existe en algunos países, posiblemente constituirá el nuevo horizonte tecnológico en materia electoral en el nuestro.
Desde una perspectiva de la sociedad de la información, la democracia electrónica en México necesita transformarse, en donde los procesos electorales deben verse envueltos en un flujo de información que faciliten a la ciudadanía la toma de decisiones. En la actualidad, la interrelación gobierno-electrónico con la democracia-electrónica puede hacerse posible, incluso para México, que es considerado un país con una democracia cuantitativamente grande, -de acuerdo a cifras proporcionadas por Strategia Electoral, México ocupa el segundo lugar en número de electores en América Latina, con 88’066,945 votantes- una ventana de simplificación en la toma de decisiones.
Sin embargo, para implementar una iniciativa tecnológica-electoral relacionada con el voto, se requiere una adecuación técnico-jurídica en nuestro marco constitucional y legal, que no de lugar a lagunas legales y conlleve a un reflejo de la voluntad ciudadana de manera efectiva.
Bien lo expresó en un evento público el actual Magistrado Presidente de la Sala Superior del TEPJF, Felipe Fuentes Barrera, “Debemos reconocer que una nueva forma de votar a través de medios electrónicos demanda un cambio de mentalidad que implica un reto cultural para nuestra democracia”.
Ahora bien, para implementar el voto electrónico debemos partir de tres condiciones básicas:
1. Que exista un porcentaje considerable de aceptación social frente a las tecnologías que serían aplicadas en materia electoral.
2. Que se genere una adecuada reforma constitucional y legal para el ejercicio del sufragio efectivo.
3. Que resulte atractivo para los actores, partidos y asociaciones políticas en un contexto democrático.
Bajo la implementación de dichas condiciones, México podría comenzar con grandes pasos a adoptar el voto electrónico, en el que se facilite el trabajo de los funcionarios, se eviten errores y se acelere la publicación de los resultados electorales. En particular, la celeridad y certeza en la comunicación de los resultados de los comicios, podrían propiciar entre el electorado confianza en las instituciones y los procedimientos electorales, aunado a una legalidad en los procesos, situaciones que producirían legitimidad y estabilidad política.
Ante ello, qué beneficios podría tener el voto electrónico en México:
• Se evitarían las irregularidades electorales.
• Se facilitaría el escrutinio y cómputo a los funcionarios electorales.
• Simplificaría la selección de la opción política del votante.
• Sustituiría el PREP y los conteos rápidos.
• Se reducirían costos.
• Y se eliminaría la impresión de boletas electorales.
Es cierto que el voto electrónico también puede traer consigo vulnerabilidades a través de un hackeo del sistema, aunque dicha modalidad podría tener un alto porcentaje de fiabilidad, como se ha visto en su implementación en otros países.
Hagamos entonces que el uso de las tecnologías fomente grandes acciones para nuestra democracia.