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LOS PARTIDOS POLÍTICOS: ESPEJOS DE LA SOCIEDAD

Lic. Javier Mojarro Rosas – Director Jurídico del Instituto Estatal Electoral de Aguascalientes

“Somos la ciudadanía quienes hemos ido construyendo los partidos políticos que tenemos”

Todos y todas hablamos de los partidos políticos, en veces bien, muchas más mal. Son un concepto inherente a nuestro vocabulario, viven entre nosotros, nos relacionamos con ellos. Pero ¿realmente sabemos qué son y cómo funcionan? ¿cuál es su objetivo y la importancia que tienen? 

Decía Winston Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”, frase que, si bien, reconoce la imperfección de los sistemas democráticos, también enfatiza que, éstos continúan siendo el mejor mecanismo establecido para lograr la transición del poder público, simplemente pensemos en la monarquía y la aristocracia como las otras opciones. En ese contexto, es necesario añadir que, para que una democracia funcione, es imposible desprenderla de uno de sus agentes principales: los partidos políticos.

Estos son asociaciones constituidas desde la sociedad, conformadas por personas que comparten algún interés común, como un pensamiento ideológico, una finalidad o incluso una característica identitaria generada por el lugar de residencia, la clase social, el oficio, profesión, religión, etnia, raza o lazo familiar; unidas con la intención de acceder al poder, ocupar cargos públicos y ser partícipe de las decisiones de su entorno, es decir, hacer política. Entonces, los partidos políticos no constituyen entes ajenos a la sociedad a los que deba de rendírseles alguna pleitesía particular, o que, para su ingreso deba cumplirse algún mérito o requisito extraordinario; la Constitución los reconoce como entidades de interés público, dotadas de personalidad y patrimonio, que fungen como herramientas ciudadanas para el acceso a la administración del poder, en otras palabras, los partidos políticos están al servicio de la sociedad y no al revés. Si lo entendemos así, se vuelve más sencillo aceptarles y reconocerles su importancia en un sistema democrático, en el cual, la decisión mayoritaria respecto a las personas que ocuparán los cargos públicos para hacer cumplir el pacto social requiere de su conducto para dicha finalidad.

Ahora bien, los partidos políticos han evolucionado a través de la historia; nacen del parlamento europeo, como una especie de club social al que únicamente pertenecían las personas arraigadas a la élite, cuyos privilegios de clase, les permitían tomar las decisiones públicas, acorde a sus particulares intereses. Con el tiempo, ante el reconocimiento de los derechos políticos y la ampliación del electorado mediante el sufragio universal, estos tuvieron que evolucionar hacia una estructura mayor que les permitiera cooptar más votantes, aunado a que, las corrientes revolucionarias emanadas de los grupos minoritarios, principalmente la clase obrera y agraria, comenzaron a movilizarse consiguiendo espacios en el debate público, constituyendo nuevos partidos que representaron los clivajes sociales surgidos en los diversos países: centro – periferia, iglesia – estado, rural – industria, proletariado – propietario, etc., concluyendo en la concepción del partido de masas. Hoy en día, el avance en los medios de comunicación y las redes sociales, han llevado a los partidos políticos a un siguiente nivel, en el que, el electorado ya no se siente arraigado a una herencia ideológica producto de su contexto cultural, sino, prisionero de la globalización y del exceso de información, ha convertido su posición política en un mercado en el que, optará por quien le ofrezca mayores beneficios, creando así, los partidos políticos catch all, dispuestos a competir sin etiquetas ideológicas con el único propósito de retener el poder.

Esta evolución nos permitirá entender que, somos la ciudadanía quienes hemos ido construyendo los partidos políticos que tenemos, por lo que, la próxima ocasión que emitamos una crítica o manifestemos su rechazo, reflexionemos que, no son más que el reflejo de la sociedad que los creó, y depende de nosotros mismos trabajar y luchar por la calidad de política que deseamos vivir.  

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