Por: M.D.A. Juan Camilo Mesa Jaramillo – Rector de la Universidad Cuauhtémoc
La Alianza Centro Bajío Occidente conformada por los estados de Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí, es un grupo que busca convertirse en la región de mayor índice de desarrollo de América Latina, con el fin de sacarle mayor provecho al tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Los datos de este grupo de estados son prometedores, actualmente concentran el 18.5% de la Inversión Extranjera Directa (datos de enero a septiembre de 2020). En cuanto al sector automotriz, se acumularon 1.024 millones de dólares, equivalentes al 35% de la IDE (Inversión Extranjera Directa) nacional en este sector, y casi 71 millones de dólares en electrónica y TI, representando el 9% de la IED en el sector.
Esta Alianza ha entendido que la guerra comercial entre Estados Unidos y China abre un panorama de crecimiento para nuestro país, pues ha generado que varias empresas chinas volteen a ver a nuestro país para desarrollar la manufactura de varios productos, los cuales llegarían a Estados Unidos vía México.
Hablando del Bajío podemos observar que existen 157 parques industriales, 76 viñedos, 90 empresas del sector aeronáutico, 800 firmas relacionadas al sector automotriz y 12 armadoras de autos. Según Federico Quinzaños fundador de la iniciativa El Gran Bajío, esta región se consolidad como la que más exporta medicamentos, además de ser líderes en agroindustria, tener 100 centros de innovación e investigación, 250 universidades y 100 centros de capacitación.
La realidad es que el centro de México cuenta con un potencial enorme para lograr el objetivo de ser el referente de crecimiento y desarrollo de América Latina. Para esto debemos lograr que los empresarios más fuertes de la región se sumen a las inversiones que se están llevando a cabo, a fin de consolidar fondos que potencien los negocios que serán muy atractivos en los próximos años.
Aguascalientes con su excelente conectividad, buen desarrollo y gran seguridad, seguramente se convertirá en el objetivo de muchas inversiones nacionales y extranjeras, lo que nos obligará a generar las condiciones que auguren que estas inversiones lleguen y se consoliden, pero tratando de mantener, e incluso mejorar, los estándares que hoy tenemos quienes disfrutamos del estado.
En este proceso las universidades (ya casi 60 en el estado), tenemos la obligación de estar a la altura en la formación del capital humano que requerirán las empresas, no solo para la manufactura, sino más bien para las posiciones estrategias de las empresas, además de la formación de los emprendedores que se sumarán a la generación de proveedoras de las grandes multinacionales.
A pesar del pesimismo que muchos guardan por la situación del país, agravada por la pandemia, México tiene muy buenas expectativas para los siguientes años, lo importante será estar preparados para la llegada de más empresas, y también generar nuevas, lo que ayudará a crecer la economía de la región.
Particularmente creo que lo que debemos hacer quienes nos dedicamos a la educación, será cambiar “el chip” de los alumnos para que entiendan que en la innovación, la disrupción y el emprendimiento están las caves de un buen desarrollo en el siglo XXI, y para esto es fundamental que cambiemos el actual fin de la educación, pasando de la memorización, a un sistema educativo completamente centrado en la innovación y en la generación de nuevo conocimiento.
